El sin sentido común chileno


Un hombre asesina a su mujer, le dispara en su casa y se arrepiente.
Va a la comisaría más cercana, lleva el arma homicida y decide entregarse.
Buenas noches, acabo de matar a mi mujer. Está en mi casa y ésta es el arma homicida. Vengo a entregarme.
Carabineros de Chile toma sus datos, revisan en su computadora y lo dejan en libertad.
Usted no tiene ninguna denuncia en su contra, señor. No podemos efectuar ningún tipo de procedimiento...
El asesino, incrédulo, insiste. Pero carabineros insiste en su postura. Y ellos son la autoridad.

En otro lugar y a otra hora, un hombre llega al servicio de urgencia de un  hospital con nombre de sandwich.
Tiene enterrado en el pecho un cuchillo enorme. La herida sangra, pero sabe que mientras el cuchillo esté ahi, no morirá. O al menos eso cree en su delirio.
Deme su nombre, le dice la enfermera de turno. Deme su rut. Indíqueme por favor su dirección. Su fecha de nacimiento. Usted no tiene Fonasa. No tiene previsión, no tiene ficha.  Deme su rut otra vez. No puedo ingresarlo. Es que no tiene ficha. ¿Esta es una interconsulta? No lo pueden atender si no lo tengo en el sistema.  Es que no lo pueden atender sin hora. Yo le doy la hora, pero usted no tiene Fonasa, tiene que pagar particular. ¿Que fué lo que le pasó? Mire voy a ver qué puedo hacer por usted.. No hay especialistas a esta hora. Tendría que volver antes de las 8, a esa hora se empiezan a entregar los números. No, se atiende a los primeros 20 no más. Así es el sistema. A ver espéreme.  Deme su rut. Anda con suerte, voy a ver si es que puedo hacer algo por usted. Le tocó la buena suerte de que hoy yo estoy de turno. Tome asiento, lo van a atender. Pero tiene que esperar.

Chile es un mal chiste.
Cuando a uno le asaltan y pone una denuncia, los pacos te piden los datos del ladrón.
Cuando trabajas para el Estado, éste se demora más que nadie en pagarte y evita a toda costa contratarte.
Explotan puentes y no se caen.
Entra gente al hospital a punto de morir y el sistema es más importante.
Entran asesinos a delatarse y los dejan en libertad.
Son historias reales de mi Chile Surreal.
Historias donde la burocracia y el sistema están por sobre la lógica, el humanismo y el prójimo.
Historias que nos hablan de un sistema intolerable e inhumano; de la autoridad investida desde el artículo primero del inciso cuarto del párrafo tres punto dos del código setecientos cuarenta y ocho; y de la indolencia de una educación que se encarga de enseñar a repetir, cumplir y obedecer,  pero nunca de enseñar a pensar, a  sentir, a criticar y a preguntarse por lo que pasa al rededor, por lo que es justo, por lo que es urgente, por lo que es lógico y por el bien común.
Es el sin sentido común chileno. Más común que lo que quisiéramos.



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