LA MIA VITA É BELLA


En el 89 entré al colegio y aprendí a leer, pero dictadura o democracia fueron conceptos que aprendí muchos años más tarde...
Yo no sabía nada. Y poco sé aún.
Y ahora que trabajo en una obra que toca el tema e investigo en los ochentas y también en mí propia historia, me doy cuenta de porqué no supe...
De niña fui algo así como la protagonista de una de mis películas favoritas, dónde los adultos confabularon y distoricionaron sus historias para esconderme la realidad. Para que fuera una niña y viviera mi infancia.
En mi casa no se hablaba de política.
Pinochet era el "presidente" y punto. "Pinocho", el personaje de un cuento.
Yo vivía con mis abuelos y mis tíos solteros en una casa enorme en pleno centro. En la calle Carmen, cerca de los pacos. Era la única niña, la primera nieta.... la regalona. La hija de la hija regalona...
Mi tata era sub oficial (R) del ejército. Mi abuela, señora de militar con conocimientos de enfermera.
Mi tío...un poco loco. Su pieza siempre estaba con llave. Llena de libros que yo no podía tocar. Y yo sólo quería entrar a escondidas a su pieza a ver porqué tenia los libros forrados en papel de regalo, pero no podía.
Mis tías estudiaban pedagogía.. una pololeaba y me cortaba el pelo y la otra me cuidaba y probaba cuanto test universitario había en mí, entonces yo figuraba corriendo por el pasillo con una cuchara en la boca cargando un huevo, dibujando o corriendo en una pata.
Me sacaban a pasear, me llevaban a la plaza y yo corretiaba las palomas que mi abuelo alimentaba con migas de pan. .. no me dejaban ver las noticias ni tomar café. Eran las cosas de grande.
Jugaba en mi casa, en el patio trasero, donde no se escuchaba nada... Me decían que los que se aburrían eran tontos, así que yo jugaba y me entretenía sola o simplemente, veía tele... Veía el mundo feliz de la tele... Vveía un fantasma al que se le veían las zapatillas y me despertaba temprano porque estaba obsesionada con el angelito del 13.
A la hora de almuerzo me llamaba el viejito pascuero por teléfono. Me decía que si no comía no me iba a traer nada. Y yo comía, porque eso era lo más grave que me podría pasar. No fui al jardín. Iba a la universidad (con mis tías). A las 8 me acostaba.

A las 3 de la mañana yo ni me enteraba que en el patio estaban caceroleando.

Mucho más tarde descubrí de qué se trataba.
Que mi tío escondía gente en su pieza. Que mi tata había jubilado porque lo habian acusado de comunista y un amigo, lo ayudó... Que mi tía pololeaba con un radical y que ese era el viejito pascuero que me llamaba. Que nos íbamos a la playa con la abuela porque en Santiago estaba la cagá.

Me acuerdo una vez que llegamos a la casa de una amiga cuica de mi mamá y yo le digo a la abuela de la casa: "Hola, nosotros vamos a votar por el NO".
Ella se rió. En su puerta tenían una foto de pinocho y stikers de BÜCHI, pero para mí no significaban nada. Yo ni siquiera sabía que yo no votaba....
La abuela se rió. Miró a mi mamá y ella también se rió.
Creo que ambas descubrieron ese día que yo no tenía nada que esconder porque ya me lo habían escondido todo. Y que eso era lo mejor para una niña de 6 años.