Carerrajismo cultural: el curioso Fondart de L90.

Con la excusa del cine digital, el otrora más importante proyecto de gestión cultural del actual Ministro de Cultura, se ganó la no despreciable suma de 12 millones de pesos en la última entrega de los resultados Fondart, lo que alertó inmediatamente a la gente de Anfucultura (el sindicato de trabajadores del CNCA, que aún están medio picados por los despidos) y que escandalizó hasta la mismísima Contraloría General de la República por supuestas irregularidades en esta adjudicación.

Si bien es cierto que está desvinculado, es bastante curioso y feo que Lastarria 90 se haya ganado un FONDART. No sólo porque este espacio de ayuda al teatro emergente nació como un proyecto del actual Ministro de Cultura, si no también porque L90 precisamente fue gestada por rostros televisivos para poder obtener el financiamiento de empresas privadas persiguendo el objetivo económico de incluir la cultura en el item de responsabilidad social empresarial y empezar a generar un modelo de financiamiento cultural mixto, donde Cruz- Coke y Brown serían las marcas registradas que servirían de avales en este teatro de beneficencia.

¿Por qué entonces deciden abdicar de esta búsqueda de mecenazgos empresariales, siendo aun Felipe Brown bastante famocillo, es decir, confiable y respetable para las empresas, y recurren al financiamiento estatal concursable de un gobierno que precisamente buscaría impulsar el modelo de gestión original de L90- apoyo de privados- para el financiamiento y desarrollo cultural y artístico del país?

¿Por qué se gana un FONDART de cine un espacio cuyo principal objetivo es el apoyo al sector emergente de la escena nacional?

¿Será acaso que en esta poliarquía, como le dice Chomski al gobierno de unos pocos que hacen creer que es un gobierno de muchos, el gobierno de las empresas no quiere que sus empresas le den plata a la cultura?

¿o es simplemente el carerrajismo de la derecha?

ENERGÍA: el curioso caso del biministerio que necesita duplicar su energía.


¿Sabía Ud. que el consumo civil de energía eléctrica, es decir, lo que gastamos en luz todos los chilenos en nuestros hogares gracias a nuestros refrigeradores, aspiradoras, ampolletas de ahorro de energía, televisores de muchas pulgadas y otros cachivaches, no supera en total el 12% de la energía que generan las hidroeléctricas?

¿Sabe usted que el resto de la energía lo consumen las industrias y principalmente las mineras?

¿Ha visto usted ese comercial que dice que si no duplicamos la producción energética con más hidroeléctricas y plantas eólicas, que no generarán por supuesto ningún daño ecológico ni social donde se instalen, pese a que inundarán comunidades y especies nativas con mega tranques o intervendrán ríos que son los afluentes naturales de riego de sectores verdes como el Cajón del Maipo, tendremos racionamiento en nuestros hogares este invierno?

¿Sabe Ud. que este año comenzará a funcionar Pascua Lama?

¿Supo Ud. que mientras Bielsa renunciaba y era el tema país de los chilenos, en el Senado se aprobó un royalty minero bastante favorable a las empresas de yanquis y chilenos piñerizados, ravinetizados y fretitizados cuyo giro es la extracción de minerales a gran escala y con bajo impuesto?

¿Supo usted que las sondas de rescate con las que sacaron a los mineros eran de la empresa minera del ex ministro de defensa colorín?

¿No le parece raro que de un día para otro, el super héroe de Chile, ese que salvó a los 33, el hombre con más credibilidad del país, sea nombrado bi ministro de dos carteras que aparentemente no tienen nada en común?

¿Será que nos quieren pasar gato por liebre?

NO LE CREA A LA TELE.

Hotuiti v/s Hamlet: a propósito de festivales de teatro estivales

Cuando yo era chica, había dos semanas en las que nos plantábamos afuera de la Municipalidad de La Florida desde las 4 de la tarde para hacer la cola y entrar de los primeros a La Florida es Teatro, un festival popular, gratuito y de excelencia donde presencié espectáculos teatrales impresionantes como “El Húsar de la Muerte” o “Nemesio Pelao que es lo que te ha pasado”, la dramaturgia de Juan Radrigán, y con el paso del tiempo, algunos trabajos de compañías callejeras y de nuevo circo que, apiadados de los miles de jóvenes que dábamos vuelta a la muni durante toda la tarde, llegaban con maletas y estructuras a hacer espectáculos para hacer más agradable nuestra espera.

Con el cambio de alcaldía, para ser más precisa, cuando llegó la UDI a la alcaldía, este festival salió del municipio, se instaló en un mall, había que retirar las entradas con una boleta de compra de alguna tienda y la parrilla programática anunciaba espectáculos como “El pene me da pena”, “Los monólogos de la vagina”, “El bueno, el malo y el chico” y otros de esa índole que incluían a reconocidos actores nacionales, tales como Hotuiti, la señorita Jeannette, la licenciada Tetarelli y algún otro rostro de tv… El festival se fue a la mierda, pero para efectos de balances de oferta cultural dentro de la gestión municipal, el festival seguía siendo un éxito.

Este año, y sin duda gracias a la administración de un alcalde actor, el Festival cambió nuevamente de giro. Su masificación volverá a repletar un espacio municipal: el estadio bicentenario, y en cuanto a la programación, el giro vuelve a posicionar espectáculos de esos que hacen pensar y emocionan con más que un discurso fácil sobre el sexo, una mina rica o una comedia liviana a lo Teatro en CHV.

Y es que cuando hablamos de “cultura” la diferencia entre la izquierda y la derecha es abismal. Mientras para una importa la diversidad y garantizar los accesos, para la diestra importa la masa, el negocio y que la gente se entretenga con algún producto cultural derivado de la gran industria que manejan: la televisión. Es así como confirman la hegemonía y como mantienen a la opinión pública controlada, entretenida y ansiosa de seguir consumiendo los productos propios de la cultura de masas. En ese sentido la cultura de la derecha es peligrosa.

Galeano cuenta un cuento bien bonito sobre la función del arte, donde dice que escencialmente éste debe "ayudar a mirar", ayudar a descubrir, a pensar, a crear, imaginar... nada de eso se logra reafirmando los discursos y los falsos ídolos que la caja idiotizante posiciona día tras día en la comodidad de su hogar. Y por eso es muy importante que al menos una vez al año, en el llamado "mes del teatro", en una de las comunas más populosas del país, este festival de teatro recobre una programación diversa y artísticamente valorable, se instale en un espacio "público" y siga atrayendo a un gran número de espectadores, principalmente porque no es lo mismo decir “vamos a ver a Hotuiti” que “vamos a ver Hamlet” .