Y así, de repente, sin más excusa que
haber entrado de improviso a un cine
sola
a ver la última de Woody Allen,
-que era buena por cierto-
aparece en mi cabeza un estúpido
pensamiento
de esos
medio autodestructivos
que sabes que no debes desarrollar
pero cuya elocuencia se manifiesta con
una sentencia tan simple
y radical
que tu cabeza no deja de repetirtela
una y otra vez
verbalizando con lucidez algo que no
sabías que te pasa pero que te pasa
una frase
síntensis de algo que no te habias
dado cuenta:
“hace años que no te invitan a
salir”
años!
Hace años que no tienes una cita.
Hago memoria.
citas he tenido
pinches, amores, amantes...
encuentros casuales que alegran la
vida.
Pero no logro recordar cuando fue la
última vez que un hombre me dijo:
salgamos, te invito,
te paso a buscar...
ya saben.
Una cita
ir al cine, salir a bailar.
Al teatro siempre invito yo.
Y la sentencia
que aun desfila en mi cabeza como un
mantra perverso
me hace llorar.