Democracia chilean way

Por nacer en Chile ahora, además de pagar impuestos, tienes derecho a votar.
Es casi a lo único que tienes derecho...
Sin embargo en la última elección, la primera con voto voluntario e inscripción automática, sólo se manifestó el 40% de país, en un fracaso democrático que más que cuestionar la democracia en sí, pone de manifiesto la crisis política en la que estamos inmersos.

Mientras los alcaldes electos celebran "la fiesta ciudadana", los diarios le echan la culpa a la flojera del chileno, pero sabemos que el tema pasa porque hay una crisis en la representación política que hace que a la gente simplemente no le interese ir a votar y que los políticos sigan hablando en público de éxitos totalmente distanciados de la realidad.

Si existieran candidatos que fueran levantados por la ciudadanía, o si al menos los partidos políticos involucraran a más gente a la hora de decidir a los candidatos, tal vez otro gallo cantaría.
En el caso de Providencia sucedió algo parecido a aquello, y fue por eso el lugar donde ocurrió la más alta votación del país y efectivamente hubo un cambio.

Sin embargo, Providencia  deja en evidencia otra crisis: que los chilenos estamos acostumbrados a votar por el no.

El año pasado se realizaron elecciones primarias que buscaban encontrar un sólo contrincante para competir
contra el oficialismo y sacar a Labbé de la comuna, un alcalde que además de ser ex miembro de la DINA, llevaba un periodo de 16 años en el que, sin desmerecer su gestión de excelencia, se edificó de sobre manera la comuna y a propósito de los estudiantes, se atropellaron derechos humanos en contra de los niños. Denostaciones, abusos de poder y hasta un homenaje a un torturador en dependencias municipales fueron las gotas que rebalsaron el vaso e hicieron que la comunidad se cansara y deseara un cambio para Providencia.

Así apareció Josefa Errázuriz, una "dueña de casa" de postura independiente que fue levantada por un movimiento juvenil, bastante hipster por lo demás, y que siendo una persona que conoce la vida organizacional y comunitaria de Providencia desde su infancia, elaboró un programa de gobierno comunal y se plantó con autoridad a competir contra Labbé.

Una votación inédita para los bajos niveles del país logró que Josefa ganara la elección, y evidenció también el mal manejo y el poco criterio del ex alcalde al asumir su derrota con ofensas en contra de Josefa.
Pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿Votamos por ella o votamos en contra de Labbé?

Montada sobre un camión de gas, seguida por una columna de no más de 100 pelagatos, sin una adecuada amplificación y con un soundtrack ochentero que incluía Congreso, Victor Jara e Inti illimani, la nueva alcaldesa de Providencia habló sobre "el triunfo de la ciudadanía" en estas elecciones, con a mi juicio, demasiada embestidura de autoridad y demasiada distancia de lo real, ya que la ciudadanía en esta ocasión decidió abstenerse.
Yo voté por ella, pero por sacar a Labbé. Y asimismo lo hicieron muchos en Ñuñoa y en Santiago, pero no es posible hablar de triunfos ciudadanos y fiesta de la democracia con semejante abstención.

Ni siquiera podemos decir que estamos realmente contentos porque salieron los candidatos electos, estamos felices porque salieron del poder los últimos esbirros de Pinochet y ese es un gran logro.

Y es que finalmente esta elección el único triunfo que tiene, es que ese cuarenta por ciento de ciudadanos que efectivamente votamos le demostró al 60% que se abstuvo que la democracia, entendida como ese derecho a voto, es la que en este país toma las decisiones y que participando son posibles los cambios, porque la voz de la mayoría, del pueblo, "del demos", no tiene poder.

En esta país estamos todos a favor de una educación publica gratuita y de calidad. La gran mayoría quiere a Piñera fuera porque considera que lo está haciendo mal. Los más informados, estamos en contra de las leyes Longueira y Hiznpeter y por las redes, la gente manifiesta su descontento con el país. Pero son las encuestas y las votaciones las que mandan, pese a que su participación involucre a menos de la mitad de los chilenos.
Así es nuestra democracia: la forma de organización social que debiera atribuirle el poder a la sociedad en su conjunto sólo se lo atribuye a sus instrumentos.