"El Conservador chileno".
El conservador era un hombre ejemplar.
De conducta intachable, familia feliz y un sueldo envidiable.
Solía pasear todos los días por el centro de Santiago y era tan honorable que se hizo merecedor del título de “conservador”.
Hijo de, hermano de, jefe de….
Todo un conservador.
Pero un día martes 13 una misteriosa llamada telefónica cambió su vida.
Una mujer le cobraba 200 millones de pesos por una deuda adquirida muchos años atrás. Si no pagaba, un antiguo recuerdo fotográfico que ella y su abogado habían decidido guardar en la oficina de un notario, saldrían a a luz pública…
Confundido e impactado, el honorable conservador acudió a la justicia a denunciar el chantaje como lo haría cualquier hombre que se tache de conservador.
Pero nada fue tan simple.
El conservador debería testificar y contar su historia.
Indagar en el pasado que había decidido olvidar.
Revelar qué contenían las fotos y poner en juego su reputación y la integridad de su familia.
Aún así, eso era lo que debía hacer.
Lo que un buen conservador debía hacer:
Contar que la mujer que lo chantajeaba había sido su amante.
Contar que había sido amante de esa mujer y de la madre de esa mujer a la vez.
Contar que la mujer entonces tenía sólo 15 años.
Contar que era un pervertido con delirios de fotógrafo.
Contar que la vinculó con las drogas y la prostitución.
Contar que sólo le pagó 3 de los 120 millones ofrecidos por las joyas y relojes que la mujer le vendió.
Contar que esas joyas pertenecieron al innombrable dictador...
Contar que en la conservadora oficina, pasaron cosas poco conservadoras entre él y la mujer.
Asumir los delitos de violación, estupro, proxenetismo, abusos sexuales y producción de material pornográfico que se le imputaron, aunque ya hayan prescrito.
Reconocer que de conservador, sólo tenía un vil nombre.
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Los detalles de este capítulo pinchando http://www.lnd.cl/prontus_noticias/site/artic/20070310/pags/20070310211550.html
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