Desperté este domingo con un movimiento telúrico de mediana intensidad que me recordó aquella réplica de enero, esa fuerte que revivió el temor de un terremoto 8.8 que gracias a Dios no viví.
Estaba en Argentina la noche del viernes en que Ricardo Arjona subió al escenario de Viña del Mar, noche en que apagué furiosa la televisión y me fui a dar vueltas por Bariloche, disfrutando de mi último día en la ciudad trasandina.
A eso de las 3 am Viña concluyó su jornada, pero a las 3 y 45 todo Chile se zamarreaba con un violento terremoto. De ahí en adelante la historia es conocida y el miedo se volvió a instalar en los chilenos cuando en enero, a pocas horas de que el guatemalteco comenzara su concierto reprogramado, volviera a temblar.
Arjona nuevamente pisa Chile para ofrecer un concierto y como si la tierra misma advirtiera sobre su performance, tal cual advirtió sobre el nuevo presidente durante el cambio de mando, se estremeció vibrando a eso de las 11 de la mañana.
¿Será que este hombre es yeta?
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