No dones tu vuelto.


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Libre Mercado chilean way

Como leí en un blog por ahi "está bien que te las miren, pero no que te las toquen".
Y es que en distintas materias muchos chilenos nos sentimos enojados con la manera en que Chile trata al chileno, al ciudadano común, que trabaja, paga impuestos e intenta salir adelante de su propio subdesarrollo.

El costo de la vida en Chile es carísimo.
Teniendo en cuenta que el sueldo mínimo es de $172.000 pesos, que un pasaje en micro cuesta $540 en hora normal( y ojo que ahora no te alcanza para dos horas de transbordo, porque entre más suben el precio, más minutos le descuentan a los bip), que el kilo de pan esté casi a mil pesos y que los limones en época de limones cuesten $1.200 pesos el kilo, vivir la chilean way es una verdadera locura.
Eso sin contar el alto costo de la buena salud privada, de la mediocre educación universitaria, de los buenos zapatos para el crudo invierno y del asqueroso negocio farmacéutico que tiene los remedios por las nubes....

Fue el propio ministro de planificación, Felipe Kast, en la entrevista de Tomás Moscciatti, quien dijera que "el 40% de la población chilena está en el umbral de la pobreza", ya que al ser consultado por el ideal de sueldo ético familiar, respondiera que "una familia debería vivir con a lo menos 500 mil pesos mensuales para vivir dignamente".

Y claro, hay varias cosas que inciden en que tengamos un record en desigualdad social.
La primera, que las estadísticas son un sistema realmente estúpido e inaplicable a la hora de ejecutar planificaciones sociales, ya que mienten: pues si un chileno gana mil y otro chileno gana cero, las estadísticas dicen que dos chilenos ganan 500...
La segunda, es que el cobre le pertenece en un 75% a explotadores extranjeros, que si bien pagan un royalty discreto, no se igualaría a las ganancias que tendríamos los chilenos si es que el cobre fuera de todos, ganancias que permitirían una jubilación de verdad jubilosa, salud y educación gratuitas y una casa digna para los 17 millones de habitantes....
La tercera, y no menos importante, es que la economía nacional la manejan sólo 4 familias, poderosos clanes con inversiones en todos los ámbitos posibles y quienes son los más favorecidos con los tratados de libre comercio internacionales que "sacarán al país del subdesarrollo", gracias por supuesto, a la fiel ayuda de las estadísticas!
Y es que esos famosos TLC son simplemente convenios que se han firmado con un millón de paises para "favorecer la economía"... de algunos.

Y es así como llegamos al extraordinario ejemplo de las naranjas.
Hoy en día el precio de los limones y naranjas supera lo imaginable.
¿Sabe usted porqué?
Porque como los gringos tienen una pésima tierra, sus limones y naranjas son grandes pero desabridos y sin jugo, entonces le compran a Chile toda la producción de cítricos que pueden, ricos en vitaminas y dulces por naturaleza, y nos venden la mierda que les da su tierra, razón por la cual en el super encontramos oranges and lemmons MADE IN USA.
Gracias a los TLC, los gringos se llevan lo bueno, nos dejan lo malo, los costos del libre comercio (transporte, refrigeración, impuestos y quizás cuantos otros) los asume directamente el consumidor y los bolsillos de estas familias importadoras siguen creciendo inescrupulosamente gracias al desenfado del chileno medio que parece ser incapaz de protestar e incluso preguntarse porqué chucha los limones están tan caros, y parten a comprar la vitamina C a farmacias Ahumada en vez de comerla gajo a gajo, porque el laboratorio te la vende a mitad de precio que lo que te vende el super un kilo de limones.

Negocio redondo el libre mercado, ¿no?
Protégenos Señor de tanta libertad!

El encanto del canto

El otro dia iba yo caminando por el parque apurada como siempre, cuando de pronto escuché una voz tierna y dulce de un varón bien entonado que cantaba "el amor de mi vida has sido tú"... Tanto amor había efectivamente en su voz, que invadió mis oídos, palpitó mi corazón, me sacó una sonrisa y me obligó a darme vuelta para buscar a tan encantador cantor.
Era un hombre que, de la mano de su mujer, caminaba plácidamente por el parque Bustamante cantándole a viva voz los versos de Camilo Sesto.
Fue tan linda la imagen y tan cierto su amor, que mientras yo miraba embobada la declaración amorosa, una señora que caminaba por la otra vereda también sonreía, y discreta me compartió la mirada confirmándome este ciudadano encuentro con el amor.