A mi fiel monitoreador:

Oye tu.
Sí. tú.
Ese que en este momento me está leyendo.
Ese que está sentado frente a la pantalla de un computador con el Facebook abierto, la tele prendida y una mano más helada que la otra, ese que está buscando entre mis palabras algún vestigio violentista, populista, esnobista o exhibicionista, déjeme decirle que llegó a un lugar equivocado. Que aquí sólo encontrará palabras tiernas, recién cosechadas, maduras y verdes; sustantivos, advervios y adjetivos mal enumerados, palabras que aluden a conceptos viejos y poco utilizados, frases inconexas y yuxtapuestas y canciones de amor.

A ti te estoy hablando.
A tí, chileno apatronado.
Señor monitoreador.
Es Ud. uno más de los que ganamos menos.
Uno más que estudió algo a lo que no se dedica.
Uno más de los que le gustaría tener una casa linda, viajar por el mundo, celebrar el dieciocho. 
Uno más que ha visto porno en internet, que abre el refrigerador sin saber porqué, que hoy está contento pero que igual a veces se siente solo, que gritó gol y se ha estacionado donde no debe.
Es usted un chileno más, con madre, padre y hermanos. 
Con amigos Perez, conocidos Silva y vecinos Soto.
Un chileno que dice paco en vez de carabinero.
Que se ríe con los chistes de peos.
Que saca la vuelta, que dice hueón.
Que no entiende de leyes y no lee los diarios.
No sea leso, no sea pavo.
Se lo están cagando.
Es mejor ser libre que andar sapiando.





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