Con la excusa del cine digital, el otrora más importante proyecto de gestión cultural del actual Ministro de Cultura, se ganó la no despreciable suma de 12 millones de pesos en la última entrega de los resultados Fondart, lo que alertó inmediatamente a la gente de Anfucultura (el sindicato de trabajadores del CNCA, que aún están medio picados por los despidos) y que escandalizó hasta la mismísima Contraloría General de la República por supuestas irregularidades en esta adjudicación.
Si bien es cierto que está desvinculado, es bastante curioso y feo que Lastarria 90 se haya ganado un FONDART. No sólo porque este espacio de ayuda al teatro emergente nació como un proyecto del actual Ministro de Cultura, si no también porque L90 precisamente fue gestada por rostros televisivos para poder obtener el financiamiento de empresas privadas persiguendo el objetivo económico de incluir la cultura en el item de responsabilidad social empresarial y empezar a generar un modelo de financiamiento cultural mixto, donde Cruz- Coke y Brown serían las marcas registradas que servirían de avales en este teatro de beneficencia.
¿Por qué entonces deciden abdicar de esta búsqueda de mecenazgos empresariales, siendo aun Felipe Brown bastante famocillo, es decir, confiable y respetable para las empresas, y recurren al financiamiento estatal concursable de un gobierno que precisamente buscaría impulsar el modelo de gestión original de L90- apoyo de privados- para el financiamiento y desarrollo cultural y artístico del país?
¿Por qué se gana un FONDART de cine un espacio cuyo principal objetivo es el apoyo al sector emergente de la escena nacional?
¿Será acaso que en esta poliarquía, como le dice Chomski al gobierno de unos pocos que hacen creer que es un gobierno de muchos, el gobierno de las empresas no quiere que sus empresas le den plata a la cultura?
¿o es simplemente el carerrajismo de la derecha?
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