Huérfanos

En la calle Huérfanos, frente a los Tribunales de Garantía, un octogenario pregona la venta del código del trabajo y la nueva reforma previsional.
A unos metros de él se acomoda otro octogenario que lo saluda sin mirarlo.

El viejo ciego saca a tientas de una funda descocida una guitarra. Y de otra más pequeñita, una armónica que instala en un madero que a su vez atornilla en la guitarra.
Con la solemnidad que sólo otorga un ritual hecho durante siglos, el ciego dobla cuidadosamente ambas fundas, cuelga del clavijero una bolsita para las monedas e instala su bastón en el bolsillo del pantalón, no sin antes tapar su rostro con la guitarra para poder desdentarse sin que nadie lo vea.



Bajo la bandera chilena de aquel tribunal, el ciego piensa en los que ven.
Mientras que los que ven, no se alcanzan a dar cuenta de que en plena calle Huerfanos hay dos octogenarios que pregonan leyes y cantos que nunca serán para ellos.

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